Este es el momento de desdoblar la cinta.
Creo que voy a ser más autorreferencial que nunca.
Me disculpo por todo lo que hice y por todo lo que voy a hacer.
Atte, mi cinismo.
Estoy lleno de smog, de descontentos y de deudas.
Tanto inconformismo no me da tregua.
Es la insatisfacción la que le da trabajo a la lengua.
Hay una manifestación para cada exorcizado.
Estoy tratando de ser más o menos humano.
Existo entre desmayos programados.
Las noches siguen siendo demasiado cortas.
El estado natural del universo es la noche, y el mío es estar intentando.
Anoche seré.
A la mañana, cimiento.
Al mediodía, amante.
A la tarde, satan.
Algunos demonios se me hacen agradables.
Algunos de ellos son mi mejor parte.
Hay ángeles con cuernos que resultaron ser copados.
Recibo consejos cuando estoy a punto de pifiar e igual bardeo.
Invocarme implica un gran riesgo: llamando a mi teléfono, aparezco.
Mi espectro sabe de qué estoy hablando.
Los poetas no poseemos sombra, sino extensiones de nuestros cuerpos.
A mí sólo me interesa el bienestar de mi abogado.
A veces sólo quisiera llegar al cielo y prenderlo fuego.
Otras veces quisiera sentirme realizado.
Dicen que hay una diferencia entre goce y morbo, pero no la conozco.
Me reconozco como el ser más pretencioso jamás imaginado.
Sé que podría dar la vuelta al mundo en un patín destartalado.
Hay presencias que me incendian de emociones.
Estoy vacacionando en el infierno de las pasiones.
Llegar a todos lados es de mis más grandes ambiciones.
Trato de quemarme en cada uno de mis actos.
Me disfrazo de tirano para quien no me quiera cerca.
¿Quién dice que no hay gentileza en esta toma de rehén?
Espero estar haciendo alguna cosa bien.
Estoy empezando a creer
que poseer un espíritu puede ser más que una cuestión de fé.
*Agregué un verso que escribí hace varios años porque va acá, en este poema, en este momento.
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