9.6.21

DELIRIAS

Porque esto no es lo que pensaba estar escribiendo, 
de hecho. 
Admito 
que las obras de Waterhouse y de El Greco
son toda paz que no tengo. 
La pintura y la poesía son los venenos que me curan los nervios, 
intensificándome, 
y eso es algo que no entiendo. 
Este tramo de tiempo es un proceso hecho a los ponchazos. 
Ahora me veo revoleando 
objetos mortales por el aire, 
improvisando malabares con ojivas nucleares. 
Nunca aprendí el arte del malabarismo, 
pero no tengo miedo. Y sé muy bien 
que si bajo los brazos me muero. 
Por momentos todo pasa demasiado lento, 
o de largo. 
Esta puede ser la búsqueda del pronunciamiento 
de esa palabra que todavía no dije 
(si es que no la dije), 
que me desactive 
(si es que es posible), 
que me desarme 
(si es que no es tarde), 
tanto mecanismo de desastre. 
¿Con cuánto cuento?
No llevo la cuenta. 
Cada día, cuenta, y se descuenta. 
Estoy hablando solo más de la cuenta, 
pero las paredes me contestan con muchísima coherencia. 
La locura es un viaje de vuelta. 
Creo que salté sin paracaídas desde una avioneta. 
Esta es la única salida cuando no quedan otras puertas. 
Puede que ya no pueda volver a dormirme, entero.
Este es un testimonio del paso por la Tierra, 
de la supervivencia a este mundo cínico, 
absurdo y delirante, 
por parte de algún alguien 
que ya ha perdido la cabeza.

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